- Bueno, agente –El inspector se sentó en una silla, invitando a Nick que hiciera lo mismo- ¿Recuerda algo más?
- Si, señor –Harper puso una mueca al recordar el viaje- El puñal con el que habían asesinado al hombre de la corbata tenia el puño adornado con una serpiente. Además, algo que me llamó mucho la atención es que el cadáver del ciego, cuando intenté tomarle el pulso estaba completamente helado... Mucho más frío de lo que debería haber estado...-Nick se pasó la mano por la descuidada barba de dos días, nervioso.
- Ya veo –El inspector tomó algunas notas- Verá, en cuanto a la temperatura del cadáver, el forense opina que el hombre ciego... –El inspector parecía incómodo- opina que llevaba tres días muerto.
Harper se quedó mudo por la sorpresa. El forense al que se refería Longtree tenía muy buena reputación en Londres. No era posible que se equivocara en algo así.
- En fin, supongo que de momento tendremos que dejar ir a todos los pasajeros del vagón, no tenemos nada concreto contra ellos –El inspector se levantó de su silla- Volvamos a la sala.
Una vez allí, el inspector comenzó a tomar nota de las direcciones de todos los pasajeros del vagón de primera clase del fatídico tren. Harper cogió la estilográfica que le tendió el profesor Phillips. Cuando terminó de escribir, reparó en que el sobre ya no se encontraba sobre la mesa.
- Inspector, ¿Ha cogido usted el sobre que había sobre la mesa?
Longtree negó con la cabeza mientras tendía un papel a la señora Jameson. Harper ató cabos rápidamente.
- Señora Jameson –La llamó en tono duro- ¿Qué ha hecho con el sobre?
- ¿Qué sobre, hijo? –Parecía francamente sorprendida.
- Señora Jameson, no soy ningún niño, haga el favor de no agotar mi paciencia.
- Es que no se de qué sobre me habla –Abrió los brazos y le guiñó un ojo a Nick- Regístreme y convénzase...
- No, gracias. Haga usted el favor...
- Aquí no había ningún sobre –La mujer miró al profesor- ¿Verdad?
Mientras el profesor dudaba qué responder, Madelaine Monleón ya había devuelto la pluma al inspector y cerró la puerta al salir.
- Si que lo había –Dijo, con resignación el profesor.
- Señora Jameson, tendrá usted que acompañarnos, si es tan amable –El inspector cogió la pluma que le devolvía McCarthy.
Al salir, mientras se colocaba el sombrero, McCarthy susurró al oído de Harper:
- Se lo ha dado a la joven pelirroja.
- ¡Será...! –Masculló Harper, dando media vuelta y saliendo corriendo por la puerta.
Ya en la calle, Madelaine buscó un carro con la mirada. Por fortuna, había uno justo enfrente de la estación. Subió apresuradamente y le dio al conductor la dirección de la biblioteca donde trabajaba. Corrió las cortinas justo a tiempo para ver como Harper salía derrapando de la estación, mirando hacia todos lados. Se aplastó contra el asiento y rogó que el policía no se fijara en ella. Por fortuna para ella así fue. En unos 15 minutos alcanzó su destino.
- Si, señor –Harper puso una mueca al recordar el viaje- El puñal con el que habían asesinado al hombre de la corbata tenia el puño adornado con una serpiente. Además, algo que me llamó mucho la atención es que el cadáver del ciego, cuando intenté tomarle el pulso estaba completamente helado... Mucho más frío de lo que debería haber estado...-Nick se pasó la mano por la descuidada barba de dos días, nervioso.
- Ya veo –El inspector tomó algunas notas- Verá, en cuanto a la temperatura del cadáver, el forense opina que el hombre ciego... –El inspector parecía incómodo- opina que llevaba tres días muerto.
Harper se quedó mudo por la sorpresa. El forense al que se refería Longtree tenía muy buena reputación en Londres. No era posible que se equivocara en algo así.
- En fin, supongo que de momento tendremos que dejar ir a todos los pasajeros del vagón, no tenemos nada concreto contra ellos –El inspector se levantó de su silla- Volvamos a la sala.
Una vez allí, el inspector comenzó a tomar nota de las direcciones de todos los pasajeros del vagón de primera clase del fatídico tren. Harper cogió la estilográfica que le tendió el profesor Phillips. Cuando terminó de escribir, reparó en que el sobre ya no se encontraba sobre la mesa.
- Inspector, ¿Ha cogido usted el sobre que había sobre la mesa?
Longtree negó con la cabeza mientras tendía un papel a la señora Jameson. Harper ató cabos rápidamente.
- Señora Jameson –La llamó en tono duro- ¿Qué ha hecho con el sobre?
- ¿Qué sobre, hijo? –Parecía francamente sorprendida.
- Señora Jameson, no soy ningún niño, haga el favor de no agotar mi paciencia.
- Es que no se de qué sobre me habla –Abrió los brazos y le guiñó un ojo a Nick- Regístreme y convénzase...
- No, gracias. Haga usted el favor...
- Aquí no había ningún sobre –La mujer miró al profesor- ¿Verdad?
Mientras el profesor dudaba qué responder, Madelaine Monleón ya había devuelto la pluma al inspector y cerró la puerta al salir.
- Si que lo había –Dijo, con resignación el profesor.
- Señora Jameson, tendrá usted que acompañarnos, si es tan amable –El inspector cogió la pluma que le devolvía McCarthy.
Al salir, mientras se colocaba el sombrero, McCarthy susurró al oído de Harper:
- Se lo ha dado a la joven pelirroja.
- ¡Será...! –Masculló Harper, dando media vuelta y saliendo corriendo por la puerta.
Ya en la calle, Madelaine buscó un carro con la mirada. Por fortuna, había uno justo enfrente de la estación. Subió apresuradamente y le dio al conductor la dirección de la biblioteca donde trabajaba. Corrió las cortinas justo a tiempo para ver como Harper salía derrapando de la estación, mirando hacia todos lados. Se aplastó contra el asiento y rogó que el policía no se fijara en ella. Por fortuna para ella así fue. En unos 15 minutos alcanzó su destino.