miércoles, 7 de enero de 2009

Oscuros designios: Episodio 7

- Bueno, agente –El inspector se sentó en una silla, invitando a Nick que hiciera lo mismo- ¿Recuerda algo más?

- Si, señor –Harper puso una mueca al recordar el viaje- El puñal con el que habían asesinado al hombre de la corbata tenia el puño adornado con una serpiente. Además, algo que me llamó mucho la atención es que el cadáver del ciego, cuando intenté tomarle el pulso estaba completamente helado... Mucho más frío de lo que debería haber estado...-Nick se pasó la mano por la descuidada barba de dos días, nervioso.

- Ya veo –El inspector tomó algunas notas- Verá, en cuanto a la temperatura del cadáver, el forense opina que el hombre ciego... –El inspector parecía incómodo- opina que llevaba tres días muerto.

Harper se quedó mudo por la sorpresa. El forense al que se refería Longtree tenía muy buena reputación en Londres. No era posible que se equivocara en algo así.

- En fin, supongo que de momento tendremos que dejar ir a todos los pasajeros del vagón, no tenemos nada concreto contra ellos –El inspector se levantó de su silla- Volvamos a la sala.

Una vez allí, el inspector comenzó a tomar nota de las direcciones de todos los pasajeros del vagón de primera clase del fatídico tren. Harper cogió la estilográfica que le tendió el profesor Phillips. Cuando terminó de escribir, reparó en que el sobre ya no se encontraba sobre la mesa.

- Inspector, ¿Ha cogido usted el sobre que había sobre la mesa?

Longtree negó con la cabeza mientras tendía un papel a la señora Jameson. Harper ató cabos rápidamente.

- Señora Jameson –La llamó en tono duro- ¿Qué ha hecho con el sobre?

- ¿Qué sobre, hijo? –Parecía francamente sorprendida.

- Señora Jameson, no soy ningún niño, haga el favor de no agotar mi paciencia.

- Es que no se de qué sobre me habla –Abrió los brazos y le guiñó un ojo a Nick- Regístreme y convénzase...

- No, gracias. Haga usted el favor...

- Aquí no había ningún sobre –La mujer miró al profesor- ¿Verdad?

Mientras el profesor dudaba qué responder, Madelaine Monleón ya había devuelto la pluma al inspector y cerró la puerta al salir.

- Si que lo había –Dijo, con resignación el profesor.

- Señora Jameson, tendrá usted que acompañarnos, si es tan amable –El inspector cogió la pluma que le devolvía McCarthy.

Al salir, mientras se colocaba el sombrero, McCarthy susurró al oído de Harper:

- Se lo ha dado a la joven pelirroja.

- ¡Será...! –Masculló Harper, dando media vuelta y saliendo corriendo por la puerta.

Ya en la calle, Madelaine buscó un carro con la mirada. Por fortuna, había uno justo enfrente de la estación. Subió apresuradamente y le dio al conductor la dirección de la biblioteca donde trabajaba. Corrió las cortinas justo a tiempo para ver como Harper salía derrapando de la estación, mirando hacia todos lados. Se aplastó contra el asiento y rogó que el policía no se fijara en ella. Por fortuna para ella así fue. En unos 15 minutos alcanzó su destino.

sábado, 3 de enero de 2009

Oscuros designios: Episodio 6

El corazón de Madelaine dio un vuelco al fijarse en el sobre. El destinatario no era otro que su abuelo Jeremías. Se tapó la boca con una mano y, con la otra, señaló el sobre.

- Está dirigido a mi abuelo –Acertó a decir. Alargó la mano hacia el sobre.

- Señorita Monleón –Harper la miró- Eso es una prueba de un crimen, no puede usted cogerla.

- ¡Pero está dirigida a mi abuelo! –Protestó.

- Mire, señorita, primero, efectivamente, está dirigida a una persona llamada Jeremías, que no se si será su abuelo, pero definitivamente no está dirigida a usted, así que no se porqué debería abrirla; -Harper se cruzó de brazos- y segundo, como ya le he dicho, se trata de una prueba de un crimen, por lo tanto, le pido que deje la carta donde está si es tan amable.

- Pero la carta está dirigida a su abuelo, tiene derecho a tenerla –La señora Jameson se levantó.

- Querida –El profesor Phillips la cogió por el brazo- El agente Harper tiene razón. Dejemos ahí la carta.

Pasó otro minuto. Nadie decía nada y Harper encendió otro cigarrillo, nervioso. Hacía media hora que tenía que haberse presentado en su nuevo puesto.

- Bueno, no pasará nada si la leemos. –La señora Jameson cogió el sobre y comenzó a abrirlo, mirando a Harper a los ojos.

- Señora Jameson, haga el favor de dejar ahí la carta, no puede hacer eso.

- Ah, ¿No? –La señora Jameson entrecerró los ojos y terminó de abrir el sobre- Pues acabo de hacerlo. –Comenzó a leer- “Estimado Jeremías, si lees esto, ya estaré muerto” –La señora levantó los ojos del papel un instante. Madelaine se cubrió la boca con las manos. Harper estaba gritando a la señora Jameson algo acerca de que no iban a quedar así las cosas. No hizo caso y siguió leyendo.

Madelaine estaba confundida. ¿Qué clase de disparates estaban escritos en esa carta? Ese tal Cardwrite... Era un gran amigo de su abuelo. Lo recordaba haberlo visto alguna vez de pequeña, en su residencia den Henley. Hombres verdes, la glorieta de Robin Hood, cuidado con los hombres ciegos...

La puerta de la sala se abrió, sobresaltando a todos los presentes. En la puerta se encontraba el inspector Longtree.

- Lamento la tardanza –Se disculpó- Veamos, ¿alguno de ustedes me puede contar que pasó en ese tren?

- Verá, inspector, a los pocos instantes de que entráramos en el túnel que hay de camino a Henley –Harper se pasó la mano por el mentón, con un movimiento nervioso- Oímos un alarido y acto seguido el convoy se detuvo. Cuando pude encender una cerilla comencé a comprobar si los pasajeros se encontraban bien. Cuando al fin alcancé la parte delantera del vagón, el hombre apuñalado estaba con la mano aún en el freno de emergencia, en sus últimos estertores y el hombre ciego colgaba de él, agarrado a su cintura y su corbata. Se me apagó la cerilla, y cuando encendí otra, los cuerpos ya estaban caídos en el suelo.

Los demás pasajeros le miraban con cara de asombro. El detalle de que el hombre de la corbata estaba aún vivo cuando Harper lo vio les hizo, cuanto menos, sorprenderse. Algunos, incluso, recelaron del policía. ¿Quién les decía que no había sido el mismo Harper el que le había asesinado?


- Está bien, agente Harper, acompáñeme por favor.

Harper pisó la colilla de su cigarrillo y siguió al inspector, con las manos en los bolsillos de su gabardina. Le llevó a otra sala un poco más apartada del bullicio.

En cuanto la puerta se hubo cerrado, la señora Jameson cogió el sobre que aún estaba encima de la mesa.

- Toma querida –Se la puso en las manos a Madelaine, que la agarró sorprendida, sin saber muy bien como reaccionar- ¡Vamos, guárdala antes de que vuelva ese Harper!

- Gra... gracias. –Se apresuró a guardar la carta entre las cosas de su bolso. La señora Jameson le dedico un guiño y comenzó a abanicarse de nuevo, muy satisfecha de sí misma.