viernes, 28 de noviembre de 2008

La Profecía: Episodio 7

Al cabo de unos minutos, la puerta volvió a chirriar. Era Bróderik el que entraba de nuevo en el templo, después de haber salido despavorido.

-¡No me miréis así! -Broderik no miraba a ninguno a los ojos- No es que haya huido, ¡Eso es absurdo! Es que... hmmmm -Frunció el ceño- ¡Tenía que ir al baño!

Dicho esto, puso cara de satisfacción y comenzó a afilar su hacha, sentado en un rincón del templo, el más alejado que encontró del ataúd. Ni que decir tiene que ninguno en el grupo creyó la versión del enano. Todos estaban preocupados. La "sencilla misión" se había convertido en algo francamente peligroso. Apenas llevaban unas horas en el monasterio y ya habían perdido a uno de los miembros del grupo.

Todos dieron un bote cuando el reloj del campanario dio la una. Estremeciéndose, Bróderik continuó afilando el hacha, a pesar de que el resto estaba harto del sonido chirriante que provocaba.

Eire parpadeó. Volvió a parpadear.

-Chicos, ¿Están moviéndose las sillas?

No bien terminó de hacer la pregunta, una de las sillas se lanzó volando hacia su cabeza. Sin saber como, Eire logró partirla en dos con su espada antes de que la golpeara. Ragnar no tuvo tanta suerte, pues uno de los asientos se hizo astillas contra su frente. Lo único que le dio tiempo a decir fue: "Au...". Por su parte, Rubénidas logró saltar a un lado antes de que una de esas infernales sillas le alcanzaran.

- Por fin ha parado -Idril la druida se secó el sudor de la frente- ¿Estáis todos bien?

-!DETRÁS DE TÍ¡ -Advirtió Bróderik
Idril se giró. Detrás de la druida, la mesa de roble macizo volaba a gran velocidad hacia ella. Rogando a la naturaleza, Idril extendió violentamente los brazos ante ella, como para detenerla. Eire cerró los ojos, era imposible que una elfa pudiera aguantar el impacto de una mesa de mas de 200 libras de peso a toda velocidad. Cuando abrió de nuevo los ojos, Idril se miraba las manos, que aún brillaban levemente. A su espalda, la mesa estaba completamente partida en dos pedazos. A sus pies, había un pequeño montón de serrín. Gracias al poder de Obad-Hai, dios de la naturaleza, Idril había encontrado poder suficiente para transformar la parte central de la gran mesa en astillas y serrín, salvándose de ese modo de acabar aplastada.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta como Idril se salva por los pelos. Tiene toda la pinta de ser una druida muy poderosa! ;-)

josef dijo...

madre mía ahora los objetos se lanzan contra ellos! habrá que ver que mago los maneja!

Marinel dijo...

¿Qué fuerzas oscuras gobiernan el monasterio? ¿Por qué ese empeño en que la misión fracase a costa de las vidas de los que la llevan a cabo? y sobre todo, siempre me pregunto ¿por qué ellos fueron los elegidos?
Bueno, se está convirtiendo en un juego peligroso,donde salvar la vida es la misión más importante,¿no?
Un beso.

Esther dijo...

Seguro que en cada hora cuando suene ese reloj pasa algo.. ahora ya si que me tengo que morder las uñas hasta el siguiente capitulo.. jaja

besos

Anónimo dijo...

Sí, sí... Conque al baño... XD

Anónimo dijo...

Creo, que fue la unica vez que la druida esquivo algo...xDDD