sábado, 13 de diciembre de 2008

Oscuros designios: Episodio 2

A las once y media de la mañana, Nick ya estaba en la estación, esperando pacientemente la llegada de su tren. Sacudió la mano para apagar la cerilla con la que había encendido su cigarrillo y echó un vistazo por el andén, sin poder evitarlo. Al fin y al cabo, llevaba tres años vigilando por las calles de Londres. Metió la mano en el bolsillo y sacó el billete que le daba acceso a su asiento en el tren.

- Vaya, primera clase –Pensó, sacudiendo la ceniza- Parece que por fin los de la comisaría se han estirado. Aunque con la miseria de sueldo que me pagan, supongo que tendrán presupuesto de sobra para estas cosas...

El andén estaba abarrotado cuando por fin llegó el tren a la estación. Con un resoplido perezoso, el convoy frenó, levantando grandes nubes de vapor caliente. El día no era excesivamente caluroso para ser verano, aunque tampoco hacía frío. En general, podría decirse que la temperatura era agradable, lo cual la mayor parte de los londinenses agradecía.

- ¡Pasajeros al tren! –Llamó un revisor, con un gran mostacho. La muchedumbre comenzó a arremolinarse, entregándole los billetes al hombre, que los iba marcando según entraba la gente. Nick comenzó a avanzar hacia el vagón de primera clase, el situado justo a continuación de la máquina. Al alcanzar la puerta correspondiente, se comenzó a sentir un poco fuera de lugar. Las personas que estaban allí iban todas muy bien vestidas, con buenos trajes y las mujeres con unos peinados muy elaborados. En cambio, él iba vestido con una camisa y unos pantalones muy usados y una gabardina raída. Además, su aspecto dejaba bastante que desear, pues presentaba una descuidada barba de dos días, que provocó un par de miradas desdeñosas por parte de las mujeres. Encogiéndose de hombros, Nick entregó el billete al revisor, que al devolvérselo, le indicó amablemente dónde se encontraba su asiento.

Madelaine se colocó las gafas empujándolas con el dedo y entregó su billete al revisor. Acto seguido, entró en el vagón. Los asientos eran de madera forrada, y las paredes brillaban, pulidas y barnizadas. Buscó con la mirada su asiento y torció la nariz, al fijarse en el hombre desaliñado que iba a estar en el asiento del lado izquierdo del pasillo, a la misma altura que el suyo, que estaba en el lado derecho.

- Fíjate –Pensó para sí misma- Lo mira todo con la boca abierta, como si nunca hubiera montado en un tren. Y qué aspecto... Ugh... No se como puede viajar una persona así, con gente con clase como yo...

La bibliotecaria ocupó su asiento y le dedicó un gélido “Buenos días” a Nick Harper, el cual respondió al saludo con una inclinación de cabeza, antes de dar unos golpecitos en los cristales, como si no se terminara de creer que estuvieran allí. Por una vez, no pasaría frío en el tren.

4 comentarios:

Leznari dijo...

Hola Elessar, esta historia me está enganchando, no tardes tanto en publicar, CANSINO.
Un besito.
LEZ

Elessar Linwëlin dijo...

Jajaja! Lo sientoo!! He tenido un poco de lío esta semana! El lunes sin falta, el episodio tres!

Un beso!!

Esther dijo...

que interesante ya se empiezan a relacionar los protagonistas... sigo leyendo..

Marinel dijo...

Como tardabas y soy muy despis, se me había pasado un capítulo...¡ayns qué pereza tenemos,¿eh?!
Un tanto estiradilla la chica ¿no?
Beeeeeno, creo que continuaré el siguiente a ver qué pasa con ese calor que comienza...
Un beso.