- Chicos –Llamó Matzira- Venid aquí, estos dos –Señaló a Cubert y a Norry- Tienen algo interesante que contarnos.
Cuando se acercaron todos, Cubert comenzó a hablar.
- Bueno, quizá no hayamos sido todo lo sinceros que podríamos ser. En realidad no somos comerciantes, sino…
- Contrabandistas –Completó Norry- Ya sabéis, compramos cosas en tierras lejanas…
- Para venderlas aquí, más caras – Terminó Cubert- El caso es que vemos que os dirigís en la dirección en la que nosotros escondimos nuestras cosas. Es una tumba horrible, llena de monstruos y no podemos volver a por ellas. Nos gustaría pediros el favor de que nos ayudaseis a recuperarlas… -Terminó sin mucho convencimiento.
- ¿Qué clase de criaturas habitan en la tumba? –Inquirió Kartat´ch
- De todo –Se estremeció Norry- Realmente no las vimos muy bien, podrían ser solo kobolds, pero más bien parecían…
- Sombras –Terminó Cubert- Sombras que se desvanecían y se fundían con la oscuridad… Como si pertenecieran a ella…
Kartat´ch miró a sus compañeros de forma significativa. Todos recordaban la muerte de su compañero a causa de unas sombras.
- Está bien, guiadnos hasta la tumba.
Cubert y Norry se miraron, sorprendidos de que hubiesen accedido tan rápido. Tras un par de días de viaje llegaron a la tumba, que debió pertenecer a alguien importante en un tiempo remoto, ahora olvidado.
- Cuidad a los caballos –Gruñó Kartat´ch- Si al volver les ha pasado algo, os arrepentiréis.
Norry y Cubert tragaron saliva, y asintieron fervientemente con la cabeza.
Después de unos resbalones llegaron a la entrada de la tumba, la cual estaba sellada por una verja de hierro. Intentaron abrirla de diversos modos, hasta que Kartat´ch dio con la solución, al tirar de ella hacia arriba. Una vez el camino estuvo despejado, pudieron avanzar hacia el interior de la tumba.
Se encontraron con un pasillo oscuro, tan oscuro que Víctor tuvo que encender una antorcha para poder iluminar algo la estancia. El pasillo desembocó en una sala amplia, atravesada por un foso de 30 pies de ancho, sobre el cual pendía un puente de aspecto bastante seguro. Al otro lado se podían divisar dos túneles, uno a la derecha y otro a la izquierda, y entremedias, justo en frente del puente, una cara de color dorado, representando a una especie de demonio sonriente.
- Será mejor que crucemos el puente de uno en uno –Siseó Matzira- parece seguro pero nunca se sabe. Iré yo delante.