sábado, 15 de noviembre de 2008

La profecía: Episodio 4

- ¡Lobos! - Chilló con voz aguda Naaron, escondiéndose detrás de Rubénidas el mago, gesto un poco absurdo, pues estaba lo suficientemente rollizo como para que se le viera detrás de él.
Efectivamente, desde la espesura tres lobos se habían acercado al oler el delicioso aroma de la cena. Pronto rodearon al grupo, el cual se aprestó a amartillar las armas, no muy seguro de qué iniciativa tomar con estos animales. Bróderik fue el encargado de sacarles de dudas, pues con un balanceo mortal de su hacha se dirigió corriendo hacia las fieras, que ya enseñaban los dientes, dispuestas a saltar en cualquier momento. El arco mortal del hacha enana alcanzó en pleno costado a uno de los lobos, que aulló de dolor. Inmediatamente, los otros dos se lanzaron al ataque, uno se lanzo a por Idril, la druida y otro a por Eire, la bárbara. La imponente mujer no tuvo problemas en zafarse del ataque del animal, pero Idril, de no ser por Dûnnor, su lobo, habría tenido problemas. Dûnnor se enfrento a su congénere, enseñándole los dientes, gruñendo y finalmente, al no ceder el intruso, se lanzó al ataque, agarrando por el cuello al lobo rival.
Rubénidas movió ligeramente las manos, señalando al lobo que acosaba a Eire, pronunció unas palabras y un pequeño proyectil, del tamaño de una avellana y de color azul intenso fue a impactar con una tremenda velocidad contra el animal, lanzándolo a varios pies de distancia.
Unos pocos golpes más tarde, los lobos restantes comprendieron que no tenían nada que hacer, y emprendieron la huida, con el rabo entre las piernas y más hambrientos aún si cabe.
- ¿Estáis todos bien? - Eire preguntó, secándose la sangre del brazo.
- Dûnnor no demasiado -Idril acariciaba a su lobo- Se ha llevado un par de mordiscos. Bróderik, eres un inconsciente, ¿Cómo te lanzas así al ataque?
- Es mi manera de ser, elfa -Broderik contestó con un gruñido- Mi mayor anhelo es morir en batalla, contra un enemigo poderoso, es por ello por lo que no puedo dejar pasar ningún combate, por nimio que sea, de no ser así, los dioses pensarían que soy un cobarde y me negarían mi apacible descanso... -Se recostó contra un árbol y entrecerró los ojos.
Idril entrecerró los ojos, pensando que era absurdo arriesgar de esa manera, mientras que los bárbaros, Ragnar y Eire, asintieron con la cabeza, entendiendo las motivaciones del enano.
- Ya puedes salir de detrás de mi -Rubénidas empujó a Naaron- Quizá debamos intentar dormir un poco más, ya es tarde y si no, mañana no podremos ni con los calcetines.
A todo el mundo le pareció una propuesta sensata, asi que intentaron descansar lo mejor que pudieron, atentos a cualquier ruido que pudieran escuchar, pensando en la misión que les esperaba al día siguiente en el monasterio.

4 comentarios:

Marinel dijo...

Mal parados quedan los lobos, pero la noche es larga...y la misión está por venir...
Me encanta ponerles rostro a los personajes, y me acabo de dar cuenta (yo, y mi despiste)que en el lateral vas poniéndolos...fantástico!
Me gustan Rubénidas,Eire e Idril.No sé si los haces tú, pero están genial y acordes al escrito a la perfeción.
Besos.

Elessar Linwëlin dijo...

Hola! Los dibujos no son míos, alguno pondré que sí lo sea (como el de Bróderik, que a ver si lo puedo poner hoy) Abraxas lo ha dibujado mi gran amigo Javier y el resto son cogidos de internet.

Un besito Marinel, y gracias por el comentario.

josef dijo...

me gustó la actitud de Naaron jajaja fue el único sensato el grandullón asustadizo. Un saludo!

Esther dijo...

Yo estoy con los que no quieren correr riesgos innecesarios,porque lo importante es vivir no morir en combate.. sigo leyendo :)